|Por Anie García|
Noche a noche despertaba... y aquella silueta oscura y masculina parada en una esquina observándome. De madrugada yo era más frágil, débil, vulnerable. En la oscuridad yo era endeble, triste y solitaria. Le mostré mi miedo esperanzada, agobiada. Sería suficiente para dejarme dormir o morir. Lo contrario; huele el miedo, se alimenta y aferra. El llega con la noche; se sumerge en la oscuridad y en mi oscuridad. Desde la esquina, observa se alimenta me consume. Cada mañana despierto más vacía, vulnerable, Desierta. No espero la noche, no quiero la oscuridad ni a su visitante.