Celebramos sus letras,
voz a voz,
lectura a lectura.
Recitamos con el corazón
lo que escribieron con el suyo.
Renovamos sus conjuros,
sus hechizos,
sus abracadabras.
Entre lágrimas y risas,
entre melodías y pájaros negros,
compartimos junto a ellas
todos sus tormentos.
Copas de vino,
hojas subrayadas,
ecos de vida,
de miedos,
de esperanzas.
¿Cómo es que estas poetas,
a quienes llaman "malditas",
nos van salvando
tiernamente la vida?
© Cristina Márquez
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