
Vagina

|Por Ana Umaña|
Yo no di mi voz por querer estar con él. A mí me la quitaron para que no dijera que no quería.
Mi padre era el Tritón de Playas de Tijuana, el que movía el terreno y al que todos respetaban. Sin camisa y con una abundante barba blanca se paseaba por el malecón, sabiéndose rey.
No me permitía mucho interactuar con la gente, siempre fui a una escuela exclusiva para niñas, pero siempre soñaba con algún día conocer a un príncipe que me respetara y amara. Sin embargo, mi padre me recogía puntualmente en la puerta del colegio y me prohibía asistir a cualquier evento social, por lo que mi vida se resumió a dos puntos: educación y hogar.
Un día, mientras llegábamos a casa, me percaté de un carro estacionado bajo un árbol cercano, se lo comenté a mi padre, recordando que no era la primera vez que lo veía: mismo lugar, mismo hombre mirando por la ventana.
Yo no sé de deudas o negocios de mi padre, mucho menos de sus miedos. Solo sé que ese día fuimos con su amiga Úrsula al Registro Civil, me cambiaron nombre y fecha de nacimiento, desaparecieron mis documentos, mi identidad y mi voz.
Al día siguiente una camioneta negra pasaba a recogerme. Mi padre, vine a enterarme después, les dijo a todos que como adolescente rebelde me había fugado con un muchacho que conocí.
Mi cuerpo lo encontraron tirado en la arena, con un agujero en la garganta, castigo inevitable por haberme ofrendado al amor.
|Por Nora Isabelle Bertolucci|
Cuando la soledad nos invade,
Quiero correr hacia ti.
Acobijarme en tus brazos,
Nadar en tu mente, y despertar sobre ti.
Quiero sonreír al mirarte, al pensarte, al amarte.
Quiero descubrir quién soy a tu lado y, en marte despertar.
| Por Nayeli Miranda |
Justo a un lado de ti.
Eso fue suficiente.
Justo a un lado de ti
determinó el recorrido,
el recorrido multicolores,
multicolores que nos empaparon de destellos intrusos,
intrusos destellos que se infiltraron en nuestros párpados
a cada instante de separar nuestros labios.
Tú, al igual que tus pestañas,
curveadas como las olas,
ondeaste sobre mi cuerpo.
Y tú, ante el público
inauguraste la ruta del río.
Allí estábamos,
columnas de hierro sosteniendo nuestrxs cuerpxs,
elevando nuestras frentes, encontrando nuestros pechos.
Poco sirvieron,
posiblemente,
poco sirvieron
ante el ímpetu
de dos pieles llamándose
cual elegantes trajes danzantes.
Luces, voces, risas, colores.
seis colores de
sinónimxs cuerpxs;
de ligeros entrelazos.
De sinónimxs cuerpxs;
de avenencia ancestral.