|Por María José Granados (poema) y Fernanda Granados (ilustración)|
Para María Fernanda
Te confieso que existen esos días en que la muerte duda si la padezco viva. Se curte la piel que me cubre el cuerpo, cesa el flujo de mis pensamientos. El descanso eterno me masajea las sienes y sugiere en mi oreja el camino a la paz, me promete el éxito después del fracaso y callar a quienes digan que esperaban más. Pero arrastro mi peso desnudo frente al espejo para encontrar los lunares que tienes en el cuerpo. En mis ojos, nuestra herencia de círculos negros, en mis lágrimas, vergüenza y arrepentimiento. No corto esta carne ni derramo mi sangre porque es la misma que corre por tus venas, porque ninguna pena vale matarte en vida, porque te quiero viva matando tus penas. Si cae por tus mejillas el veneno de mi calma, prometo hacer justicia a tu dolor. Hija fiel de la irreverencia, madre de todo mi amor.
—María José Granados

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