Celebramos sus letras, voz a voz, lectura a lectura. Recitamos con el corazón lo que escribieron con el suyo. Renovamos sus conjuros, sus hechizos, sus abracadabras. Entre lágrimas y risas, entre melodías y pájaros negros, compartimos junto a ellas todos sus tormentos. Copas de vino, hojas subrayadas, ecos de vida, de miedos, de esperanzas. ¿Cómo es que estas poetas, a quienes llaman "malditas", nos van salvando tiernamente la vida?
© Cristina Márquez